Dimitir es un nombre ruso

¿Os acordáis cuando aquí no se dimitía ni por saber morir? Que tiempos aquellos... A mi se me llenaba la boca poniendo a caer de un burro al político de turno, ese que se aferraba a su intocabilidad. Pero ahora, a la que pestañeas, te han dimitido y te quedas con un sabor agridulce.


Es como un "mira que bien, ha hecho lo que debía", pero a la vez te quedas un poco desangelado, como pensando "jolín, que poco aguante, ¿ahora con quién me meto?"

Pero claro, ojito con lo que dices y haces, porque a la que pestañeas (otra vez), alguien te ha grabado un audio o un video y quién sabe donde vas a estar dentro de 10 años y si te vas a encontrar con algo que dijiste o hiciste hace 10 años, y te van a chantajear por ello.

Yo estoy en un sinvivir que no vivo en mi.

No es el caso, pero si quisiera montar un partido político o entrar en uno existente, lo primero que tendría que hacer es borrar mi Twitter, no sea cosa que me detengan por cagarme en "to lo que se menea" en mis momentos de calentón. Y yo, por ahí, no paso. Porque mi Twitter es sagrado, y me gusta hasta con mis bocachancladas.


Lo segundo sería ir a la universidad Juan Carlos I y pedir turno para un máster, a poder ser del universo (puestos a pedir, que sea el más molón).

Pero claro, luego me vería en la encrucijada de dimitir o no dimitir, y yo no conozco a muchos rusos.

Comentarios